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Williamina Fleming: La estrella de “Las calculadoras de Harvard”

Los brillantes ojos de Williamina Fleming que nunca se cansaban de mirar a las estrellas

La mirada de Williamina Fleming irradiaba energía, inteligencia y calidez.

Cómo reaccionaría alguien que se encuentre en un país que no es en el que ha transcurrido su vida, sin trabajo, sin casa y que la abandone el padre del hijo que está esperando. Esta puede ser la triste realidad de cualquier mujer en cualquier lugar del mundo aun en estos tiempos, y también fue el oscuro escenario que tuvo que enfrentar Williamina Paton Stevens en una época en la que a la mujer le quedaba mucho por hacer en la lucha por sus derechos. Pero la de esta escocesa es una historia de resistencia y determinación.

Williamina Paton Stevens nació el 15 de mayo de 1857 en Dundee, Escocia. Lejos estaba de imaginar aquella joven de 22 años cuando vivía en su Dundee natal los cambios radicales que ocurrirían en su vida al contraer matrimonio con el contable bancario James Fleming en 1877.

Poco después de su matrimonio ambos se mudaron a Boston, sin embargo, un año después, James la dejó a ella y a su hijo por nacer. De pronto la joven escocesa que había sido maestra y mantenía el sueño de seguir superándose en su profesión, a sus 22 años se vio sola a más de 5000 km de su casa natal, sin trabajo, y sin una casa donde vivir y esperando un hijo.

Pero esta mujer en lugar de rendirse eligió levantar la cabeza con coraje y buscó una manera de seguir adelante con la nueva responsabilidad que tenía por delante.

No tuvo más opciones que dejar para otra ocasión sus deseos de estudiar. La necesidad la obligó a buscar de inmediato un trabajo y un lugar donde vivir. De modo que buscó trabajo como empleada de hogar que le permitiera además de mantenerse, tener un techo donde vivir.

El azar quiso poner a Williamina en el momento preciso y el lugar adecuado. Tocó la puerta del astrónomo Edward Charles Pickering quien era el director del Observatorio de la Universidad de Harvard que necesitaba una ama de llaves.

Williamina tenía una mirada vivaz y emanaba un peculiar magnetismo que hizo al astrónomo no vacilar al contratar a la joven para el servicio doméstico. Sin embargo, Williamina no sospechaba en aquel momento que, de criada, sus ansias de conocimiento la convertirían en una de las más grandes astrónomas de todos los tiempos.

Edward Pickering tenía una gran habilidad para detectar el talento, y se dio cuenta en seguida de que la nueva sirvienta tenía una educación e inteligencia claramente superiores a lo normal, y en 1881 le ofreció trabajo en el Observatorio de Harvard, inicialmente como ayudante en tareas administrativas y para hacer cálculos matemáticos rutinarios, pero pronto Williamina Fleming pasó a ser miembro permanente del personal de investigación.

La pusieron a cargo de decenas de mujeres, las que pasaron a la historia como “Las calculadoras de Harvard” que fueron empleadas para hacer cálculos matemáticos, proceso que hoy en día hacen las computadoras, y las dirigía con una disciplina implacable, siendo temida y admirada a partes iguales. Además, corrigió todos los originales de las publicaciones del observatorio.

Ayudó a elaborar un sistema de asignación de estrellas, que básicamente consistía en asignar una letra, que dependía de la cantidad del hidrógeno observado en su espectro.

Las estrellas clasificadas con la letra A estaban formadas por hidrógeno casi en su totalidad, las clasificadas con la letra B contenían menos hidrógeno, y así sucesivamente.

Este sistema le sirvió a Annie Jump Cannon como base de su trabajo, el cual mejoró para desarrollar una clasificación basada en la temperatura. En los siguientes 30 años de su vida, colaboró en el análisis fotográfico de espectros estelares.

Fleming un período de nueve años, catalogó más de 10.000 estrellas. En ese tiempo también descubrió 59 nebulosas gaseosas, 310 estrellas variables, y 10 novas. También estableció los primeros estándares fotográficos de magnitud usados para medir el brillo de las estrellas variables. En 1907, publicó un listado que contenía 222 estrellas variables que ella había descubierto, y en 1910, descubrió propiedades de los espectros de las enanas blancas, estrellas muy densas y muy calientes.

En 1888, Fleming descubrió la Nebulosa Cabeza de Caballo. William Pickering, quien tomó la fotografía, especuló que en aquel lugar había materia oscura oculta. En los artículos y libros siguientes Williamina Fleming no aparece en los créditos, ya que eliminaron su nombre de la lista de objetos que descubrieron, atribuyendo todas las aportaciones a Pickering. Sin embargo, en el segundo Catálogo Índice de 1908, Fleming recibió los créditos que le correspondían.

La nebulosa Cabeza de Caballo (Horsehead Nebula en inglés) o Barnard 33 (B33), es una nube de gas fría y oscura, situada a unos 1.500 años luz de la Tierra, al sur del extremo izquierdo del Cinturón de Orión. Forma parte del Complejo de Nubes Moleculares de Orión.

El color rojizo de la nebulosa de emisión se origina por la recombinación de los electrones con los protones de los átomos de hidrógeno. La estrella más brillante, situada a la izquierda de la nebulosa, es la popular Alnitak del Cinturón de Orión.

La forma inusual de Cabeza de Caballo fue descubierta por primera vez en una placa fotográfica a finales del siglo XIX por Williamina Fleming, en el Observatorio del Harvard College.

Cuando el telescopio espacial Hubble nos mostró por primera vez imágenes de la peculiar Nebulosa de Cabeza de Caballo, hubo que reconocer que Williamina ya la había descrito al detalle décadas antes.

En 1899, Fleming recibió un título de Conservador del Archivo de Fotografías Astronómicas en Harvard, tratándose del primer cargo institucional en Harvard que se concedía a una mujer.

En 1906, logró una plaza honoraria en el Royal Astronomical Society de Londres, siendo la primera mujer en ser elegida, y consiguió un premio honorario del Wellesley College.

Poco después de su muerte, la Sociedad Astronómica de México la galardonó con la medalla Guadalupe Almendaro por el descubrimiento de nuevas estrellas.

Williamina Fleming falleció de pulmonía el 21 de mayo de 1911 en Boston.
Tenía en su rostro unos ojos tan brillantes y vivos como las estrellas que no se cansaba de mirar. Toda su persona irradiaba energía, inteligencia y calidez.

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