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La pandemia y el interés belicista de Trump

Donal Trump despliega arsenal militar en el mar caribe “para proteger al pueblo estadounidense de la mortífera lacra del narcotráfico”


Un cuerpo de solo diez milésimas de milímetro de tamaño ha cambiado el estilo de vida de miles de millones de personas, imponiendo restricciones sin precedentes a la libertad de movimiento y a la vida económica y pública, pero eso no ha frenado las rivalidades entre los megalómanos del mundo en su afán de repartirse el poder.
Las tensiones entre EE. UU., Rusia y China y las crisis permanentes en Oriente Medio, todos han encontrado en la pandemia un campo de batalla más en su lucha por dominar al mundo.
El 8 de diciembre de 1987 se firmó el Tratado INF (Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio) entre los Estados Unidos y la entonces Unión Soviética. Con este acuerdo se eliminaron casi 3.000 misiles, cuyo rango operativo de alcance estuviera entre 500 y 5.500 kilómetros, que ambos países tenían instalado en bases militares en puntos estratégicos. Estados Unidos tenía sus misiles instalados en Turquía, y la Unión Soviética en Cuba, aquella estrategia armamentística provocó la peligrosa Crisis de los misiles en Cuba.
Después de 31 años, Donald Trump, anunció el 20 de octubre de 2018 que retiraría a los Estados Unidos del tratado, acusando a Rusia de incumplimiento. Estados Unidos suspendió formalmente el tratado el 1 de febrero de 2019. Como si le apremiara, tres semanas después de la suspensión del acuerdo, EE. UU. realizó pruebas con misiles que estaban prohibidas por el acuerdo.
En otro nuevo intento para desmilitarizar esta humanidad, el 8 de abril de 2010, los entonces presidentes de EE. UU y Rusia, Barack Obama Dmitri Medvédev, respectivamente, firmaron el START III (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas), dando así por concluido el periodo de la denominada Guerra Fría y superaron los acuerdos estratégicos START I y START II (vencido en enero de 2010) por el que las partes se comprometieron a reducir su arsenal atómico en dos tercios.
En su momento aquellas obligaciones quedaron aplicadas durante 10 años, es decir hasta el mes y el año en curso: 8 de abril de 2020, fecha en la que tendría que acordarse un nuevo tratado, acto que, lejos de hacerse se están creando las condiciones para violarlo.

El interés belicista de Trump está por delante que la sanidad de su país

Es así que ahora en un momento en el que la humanidad está siendo azotado por una pandemia, el Departamento de Estado de EEUU acusa a Rusia de violar los compromisos en materia de control de armas nucleares.
Según recientes declaraciones del experto militar ruso Iván Konoválov con estas alegaciones, Washington buscaría una excusa para deshacerse del Tratado START III que aún evita que las dos superpotencias caigan en una carrera armamentista.
En el reporte publicado por el Departamento de Estado, EE. UU. sospecha que Rusia llevó a cabo una serie de experimentos relacionados con armas nucleares. No obstante, por ahora desde el país norteamericano no cuentan con pruebas para afirmar que se trata de ensayos nucleares.
La reacción de Rusia a las nuevas acusaciones de EE. UU no se ha hecho esperar, y el vicecanciller ruso Serguéi Riabkov destacó que los datos presentados en el nuevo informe del Departamento de Estado forman parte de una campaña de “desinformación y de lavado de cerebro a la comunidad internacional”.
“Compartimos la opinión contraria: EE. UU. es un infractor malicioso de una serie de acuerdos en esta materia (…) los intentos de impugnarlo son infundados, es parte de una gran campaña de desinformación que EE. UU. lanzó en muchas direcciones”, dijo Riabkov
El informe del Departamento de Estado de EE. UU. evidencia que a “Washington no le interesa un diálogo constructivo a través de canales bilaterales”, constató el diplomático.
En su documento el Departamento de Estado de EE. UU. también expone que sospecha que China no acató en 2019 el llamado “estándar de rendimiento cero” en la moratoria de pruebas nucleares y “mantuvo un alto nivel de actividad en su sitio de pruebas de armas nucleares en Lop Nur”.
Riabkov afirmó que Washington sigue “replicando las acusaciones” contra Rusia y China, “reforzando su política” que socava las bases del sistema internacional del control de armas.
Esta acusación por parte del Departamento de Estado de Estados Unidos podría empeorar los lazos ya tensados por las acusaciones estadounidenses de que la Covid19 se convirtió en pandemia por la mala gestión que hiciera el gobierno de Pekín ante el brote de coronavirus en diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan, donde se establece, al menos por ahora, el origen de la propagación de este virus.
Por otro lado, y para seguir manteniendo bajo su égida a sus vecinos; con el pretexto de que el coronavirus está dando luz verde a los cárteles de la droga en el continente americano, Trump informó que Estados Unidos y otros 22 países lanzarán una operación de gran alcance contra el narcotráfico en el hemisferio occidental, y para ello han hecho un despampanante despliegue en el mar Caribe y el Pacífico sur de refuerzos militares de la armada y la fuerza aérea. Es marcado el interés belicista de Trump, que le sirve como pretexto en cualquier circunstancia.
“Hoy Estados Unidos está lanzando una operación antinarcóticos en el hemisferio occidental para proteger al pueblo estadounidense de la mortífera lacra del narcotráfico”, dijo Trump en una rueda de prensa en la Casa Blanca la pasada semana.

Hasta el más inocente se preguntará para qué tiene que irse tan lejos de sus costas para proteger a su pueblo del narcotráfico cuando por todos es conocido que las entidades bancarias como American Express, Western Unión, Citygroup, Bank of América o Wells Fargo han sido denunciadas en varias ocasiones por lavado de dinero proveniente del narcotráfico.
Ante esta situación todo es evidente: Estados Unidos busca deshacerse del START III y para eso utilizan el mismo esquema que aplicaron para salirse del Tratado INF.
Tengamos en cuenta que el tratado START III vence el 5 de febrero de 2021, pero hasta el momento Washington no ha anunciado su intención de prorrogarlo. Por ahora, es el único acuerdo que regula las actividades de las dos grandes potencias en el ámbito nuclear después de que EE. UU. se retirase formalmente del Tratado INF en agosto de 2019.
Aunque Rusia también suspendió sus compromisos adoptados como parte del Tratado INF, en respuesta a la retirada de EE. UU, el vicecanciller ruso dejó claro que Rusia no deseaba implicarse en una nueva carrera armamentista. Además, mantenía sus propuestas de desarme y esperaba a que EE. UU. estuviese dispuesto a entablar conversaciones al respecto.

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